Se reta cada vez que se sube al tabladillo, cada vez que se para frente a una cámara, y disfruta de cada desafío. Este actor se siente agradecido con la carrera que lo alejó de los salones de arquitectura y le hizo alcanzar la fama.
Texto: Leonardo Casiano | Fotografías: Rafaella Bertorini
Andrés Wiese se sienta en el malecón de Santa María. Y solo eso basta para reunir a su alrededor niños, adultos y serenazgos. Por el momento, no ejerce aquel otro oficio de todo actor reconocido: firmar autógrafos; Andrés está entregado a la cámara. Sonríe y no se inmuta ni ante el calor ni ante algunos gritos que entonan: «¡Ricolás!», en alusión al personaje televisivo que lo lanzó al estrellato. Una vez finalizadas las fotos en esta locación partimos rumbo a su casa en Punta Hermosa; antes, cómo no hacerlo, aprovecha unos pocos segundos para tomarse selfies con quienes se lo piden, incluso con las oficiales de serenazgo.
A sus 35 años, Andrés se siente afortunado, pues hace lo que más ama: actuar. Esta noche volverá al Teatro Pirandello a ensayar para ‘¿Qué hacemos con Walter?’, obra escrita por el argentino y ganador del Oscar Juan José Campanella y traída al Perú por Juan Carlos Fisher. Ahí se reencontrará de nuevo con Óscar López Arias, Jely Reátegui, Ana Cecilia Natteri, Milena Alva, Rómulo Assereto y Gustavo Bueno, viejos amigos que, como él, encarnan una nueva vida cada vez que el telón se despliega. Ante el público, Andrés ha hecho de todo, incluso se ha desnudado. Recuerda entre risas las 18 veces que su madre fue a verlo bailar sin ropa para ‘Full Monty’.
Todos creen conocerlo. Mochilas, cuadernos, llaveros y álbumes, entre cualquier otro tipo de mercancía, han tenido su rostro impreso. Lo sabe: es famoso. Por eso, ha aprovechado ese logro para difundir el teatro nacional. «Siento que en parte hay gente que ha ido al teatro porque vio ‘Al Fondo Hay Sitio’ o porque conoció a Nicolás», se alienta.
En Punta Hermosa, Andrés pasea con frescura. Pese al intenso sol, pasa un buen rato. Alejado de los escenarios, aprendió de su padre el temple y la persistencia. Él lo ha llevado por el camino de la meditación, las terapias alternativas y el yoga. «Mi padre es una persona que quiere mejorarse y yo lo admiro mucho por eso. Es un superhéroe para mí», dice mientras carga un morral del hombre araña.
Es por esa espiritualidad heredada que, desde hace más de veinte años, Andrés reza todas las noches. Solo, en la intimidad de su cuarto, entra en diálogo con su «Dios personal». Es más, tiene una lista de amigos y familiares que ya no están en este mundo y en los cuales piensa mientras lo hace. «Es como un agradecimiento, como un recordar», confiesa.
Llegamos a su casa de playa. Cuando entra, sus hermanos pequeños lo saludan y algunos juegan con él. Se siente cómodo, es su hogar. «Realmente tengo gratitud. He estado rodeado de mucho amor toda mi vida. Soy afortunado por tener una familia y estar en medio de este gran mundo», señala. Su hermana le ha puesto un canario en la cabeza y ambos ríen plácidamente.
Ya no golpea el sol. Andrés saca la tabla, se dirige hacia el mar. A diferencia de la época en la cual salía en la televisión de lunes a viernes, ahora vive con cierta tranquilidad, a su ritmo. Tiene ajetreos, es cierto, pero ya no es 2009, y el que era un actor novato no corre más desde el estudio de América Televisión al Taller de actuación de Roberto Ángeles para seguir ese sueño del que hoy vive.
En los últimos años ha visitado México, Argentina y España. En esos países ha quedado maravillado por la cultura teatral. Tanto así que el próximo año planea migrar a Madrid con el objetivo de cursar una maestría en actuación, y, con suerte, participar en montajes allí también. Sin embargo, Wiese no deja de reconocer el buen teatro que se produce en el país. «Hemos traído obras como ‘Billy Elliot’, ‘La Jaula de las Locas’ o ‘Full Monty’. No tenemos nada que envidiar» acota. Andrés Wiese pertenece al nuevo boom del teatro nacional.
Al terminar la sesión fotográfica, mira la carretera mientras la recorremos. En una hora volverá a encarnar a su nuevo personaje, Martín, en los ensayos de ‘¿Qué hacemos con Walter?’. Se quedará con el elenco hasta la medianoche. El entusiasmo por presentarse ante el público ya se nota en su voz. «Las bromas necesitan de la risa de la gente», dice. Es gracias a ellas que regresa a las tablas, el lugar donde se siente vivo.