Rodrigo Tafur se reconoce como un pintor empedernido. Desde chico la tuvo clara, por lo que cuando fue a la universidad se aventuró a estudiar arte. Y ocupó el primer lugar de su promoción. Actualmente, anda en busca de experiencias que enriquezcan su trabajo: viajará al extranjero para formar parte de residencias en Grecia, Estados Unidos y Francia.
Un lienzo es un espejo. Y, tarde o temprano, cada artista termina reconociéndose en sus pinturas. Rodrigo Tafur lo logró cuando cometió un error. Un mal llamado ‘error’. Deslizaba el pincel sobre la tela y, por descuido, eligió un color que no era. Al querer corregirlo, aplicó encima otro pigmento, pero no se dio cuenta que aquella mezcla tuvo como resultado una sobre exposición que hoy se vería entre las tantas piezas que crea. Los cuadros que Tafur pinta impactan al ojo y, al mismo tiempo, parecen desvanecerse. «Me di cuenta que, en el modo de vida, existe el error, y no hay manera de cubrir las malas decisiones que podemos tomar, solo queda seguir adelante». Define su estilo como abstracto. Su interés por la geometría, la síntesis y el color son tres factores elementales en su estilo. «El arte abstracto me da un misterio. ¿Qué es? ¿Qué siento? Esas preguntas permiten tener una gran variedad de respuestas», dice. Este año, Rodrigo tendrá tres grandes residencias en el extranjero.
En julio, irá para la MudHouse Residency, en Creta, Grecia; en agosto y septiembre, al Mana Contemporary, de Miami; y en octubre, a la Chateau Orquevaux, de Francia. «Siempre ha habido una imagen supra valorada del ‘artista genio’, y lo que yo veo ahora es que un artista es un obrero. Es una persona que está trabajando, es su propio jefe y empleado. Una persona que hace algo de manera apasionada, así no sea artista, está haciendo arte con su trabajo». El arte no solo es su afición, es todo para él.