Además de grabar una película en Los Ángeles y de estar en la temporada final de Club de Cuervos [Netflix], la menor de las hermanas Cayo se las ingenia para ser un éxito en Spotify, plantear una contundente crítica al machismo en la industria del cine y preparar con ‘Dance Studio Perú’ un curso integral de baile, improvisación, actuación y canto. ¿Por qué detenerse cuando estás haciendo lo que más te gusta?
Por: Rafael Robles | Foto: Giuseppe Falla
Sephanie Cayo debería estar cansada. Ha tenido poco tiempo para dormir entre la llegada de su avión a Lima y el momento de esta entrevista. Debería estar agotada, tal vez ojerosa o irritable, pero no es así. Stephanie es el extremo opuesto de los efectos del jet lag: la sonrisa divertida, el sentido del humor y la energía cuando habla y gesticula con los ojos bien atentos en las niñas que practican coreografías a unos metros de distancia.
Estamos en el ‘Dance StudioPerú’, la escuela de talentos que desde hace veinte años dirige su hermana Fiorella, y donde de abril a diciembre se dictará el programa ‘Performing Arts’, un curso intensivo que integra baile, interpretación, improvisación y canto. «Los alumnos no pararán», dice una entusiasmada Stephanie, que también forma parte del proyecto, junto a Fiorella, su hermano Macs y otros profesores a los que define como «altamente competitivos». «Las clases han sido diseñadas al mismo nivel de cualquier otro país, para que los jóvenes no tengan que irse a otro lado para aprender».
Antes y después del #MeeToo
Cuando dice esto último es imposible no preguntarle por su propia experiencia. A los 17 años, antes de perder la cuenta del número de portadas donde ha aparecido, Stephanie dejó el Perú para estudiar artes escénicas enNueva York, Bogotá, Los Ángeles y Madrid. «Pese a que venía actuando desde chiquita, en Lima no había lugares donde enseñaran todo lo que yo quería», recuerda quien para entonces ya era conocida por sus papeles en las telenovelas ‘Travesuras del corazón’ y ‘Besos robados’. Una vez en el extranjero, no todo fue fácil para ella. Allá se halló en una industria previa al movimiento Mee Too, una donde los hombres todavía tenían un poder impune sobre las mujeres. «Me he topado con eso. Te genera desagrado, aunque ahora todo está cambiando para mejor. Las mujeres hemos entendido que valemos y podemos tanto como los hombres», afirma la actriz.
Para ella, siguiendo el ejemplo de otros países, también deberían ocurrir cambios sociales importantes en el Perú. «Deberíamos dejar de juzgar sin conocer a las personas. Todavía somos un país muy conservador, aunque con mucho potencial. Hay mucha ‘mamitis’. Se necesita menos consentimiento y más apoyo en lo que los hijos realmente quieren hacer, más inspiración y enseñar con el ejemplo». Stephanie sabe de lo que habla: cuando era niña, su madre la acompañaba a todas las grabaciones y practicaba con ella las escenas; mientras que su padre fue quien la inició en el gusto del canto y el baile, desde Frank Sinatra y Bob Dylan, hasta boleros y chachachás. «No he vuelto a bailar con nadie como lo hacía con él. Me gustaba verlo feliz cuando cantaba». Debe haber pocas maneras mejores de ser recordado por una hija.
Un selfie, una canción y un poema
Stephanie tiene un concepto personal sobre la felicidad y el éxito. Así lo ha dejado por escrito en uno de los poemas que en algún momento piensa publicar. Dice más o menos así: «el éxito es despertarse feliz y con ganas de salir corriendo por la puerta». Un puñado de palabras que bien podrían definir la naturalidad con la que ella afronta la fama: de niña, cuando otros chicos de su edad le pedían un autógrafo, no entendía por qué lo hacían. «No me sentía importante ni nada, simplemente estaba haciendo lo que amaba». Esa es la misma actitud que, hoy a sus 30 años, la lleva a detener por un momento la entrevista, acercarse al grupo de niñas bailarinas que la observan a través de la puerta de vidrio y acceder a la petición de una de ellas, la menos tímida de todas: tomarse una foto juntas.
No solo las niñas la miran con admiración. Las madres y los padres, que han ido a acompañar a sus hijas a clases, también le sonríen cuando la ven pasar, como esperando algo. Ella les devuelve el saludo, con la alegría de una cumpleañera, y uno podría olvidarse que casi no ha dormido la noche anterior. Por eso, quizás, Stephanie Cayo se ríe -dice que no le molesta- cuando los medios de comunicación suelen presentarla con calificativos que destacan solamente su físico [«bella», «atractiva», «sensual»] y dejan de lado todo lo demás. «Eso pasa cuando los periodistas no hacen la tarea. A más de uno lo he hecho regresar otro día, para que se informe antes de entrevistarme».
Es dura, pero justa: simplificar de esa manera una carrera en constante ascenso no debería pasarse por alto. Stephanie ha sido protagonista de telenovelas exitosas en Latinoamérica y tiene un papel muy popular y carismático en ‘Club de Cuervos’, la primera serie de Netflix enteramente en idioma español. Además, bailó, actuó y cantó en la película ‘Yucatán’, dirigida por el premiado Daniel Monzón, y este año aparecerá en ‘Bad Impulse’, thriller psicológico filmado en Los Ángeles, entre otros proyectos internacionales. En cuanto a la música, es cantante y compositora del disco ‘Llegaré’, y, en la actualidad, su canción ‘Let me go’, en colaboración con Bravvo y Sebastián Llosa, es el segundo tema peruano más escuchado en Spotify [solo la supera Gianmarco]. «Sentirte plena, satisfecha, útil y feliz con la gente que amas», ensaya Stephanie. «Ser una persona querida y que trabaja por ser mejor y por mejorar sus habilidades. Eso es para mí el éxito», afirma, antes de que la entrevista termine. Al darle una mirada a su trayectoria y vida personal, queda la certeza de que la menor de las hermanas Cayo tiene varios motivos para seguir estando contenta.