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5 claves para apreciar una obra maestra

La casa de la familia Jerí, en el distrito de Chaclacayo, es el trabajo más grande al que la decoradora Esther Jerí se ha entregado. ¿Qué la motiva a hacer de su hogar un espacio inolvidable?

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Cruzar el gran portón de la residencia de los Jerí es ingresar a un mundo donde el verde domina la mirada y solo el canto de los pájaros rompe el silencio. Un largo campo rodeado de molles precede cuatro casas a las faldas de un cerro escalonado por largos andenes; en el extremo derecho, el hogar de Esther Jerí es una invitación a disfrutar de la coherencia entre la mano del hombre y la naturaleza. Para describir su belleza, es necesario conocer lo que hay detrás de la mejor creación de esta decoradora.

1. La transformación de un terral

Es difícil imaginarlo, pero el gran terreno de 9 mil metros que abarca la propiedad de los Jerí fue un espacio estéril cuarenta años atrás, cuando en lugar de palmas y molles abundaban rocas y tierra. «Esto era un pedregal», recuerda Esther sobre esos primeros años de su infancia. Fue su padre quien se encargó de limpiar el terreno y construir los grandes andenes que cercan la propiedad y evitan nuevos desprendimientos de rocas. A las faldas de un cerro el suelo es siempre deficiente, por lo que mantener el verde prolijo que domina la mirada sigue siendo una tarea que exige a la familia un trabajo constante.

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2. El valor de lo rústico

Enamorada de la naturaleza, la decoradora prefiere lo artesanal antes que lo industrial, optando por una decoración donde resalte lo orgánico. «Cuando las cosas son naturales, el costo de mantenimiento es cero», asegura. En su casa es así. Sus mesas y muebles de madera -trabajados con una simplicidad que enamora a la vista- no han recibido tratamientos como el barnizado, por lo que se lavan directamente con agua y jabón. Pensando en los pies mojados después de la piscina, sus pisos se limpian simplemente baldeándose, ahorrando el trabajo de aplicar cera. Las bancas han sido improvisadas con durmientes recogidos de las vías del tren, macizos bloques de madera que la decoradora ha utilizado también en techos. Lo que encontramos en su casa es, a fin de cuentas, un reflejo de lo cautivadora que puede ser la rusticidad, cuando a materiales sencillos se les entrega una renovada valoración.

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3. Una arquitectura pensada en la comodidad

Con una vida entera en Chaclacayo, Jerí sabe exactamente qué quiere para su hogar, y se ha esmerado por hacerlo realidad. Junto a la sala principal destaca una terraza de ladrillos pasteleros donde un pequeño techo protege del sol y una hamaca ofrece un descanso renovador. A pocos metros, dos parrillas y un horno esperan que empiece la tarde. Al interior del hogar, una pequeña escalera conecta las dos salas de la residencia. En el piso inferior la estancia es placentera por las noches, cuando la temperatura desciende, y la familia puede reunirse alrededor del calor de la chimenea. «El diseño lo hice yo, pensando en lo que en realidad necesita una casa de campo: invitarte a estar en ella», explica.

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4. Una vocación inagotable

Podría decirse que la casa de la familia Jerí se construyó hace dos décadas, pero sería injusto para su dueña. Esther Jerí no puede describir cuándo se volvió decoradora. De hecho, está convencida de que siempre lo ha sido, y su casa es el mayor ejemplo de un oficio que durará por siempre: allá donde un visitante ve una obra acabada, Jerí tiene un nuevo proyecto en mente. Su casa es su obra maestra, pero no la única. En Chaclacayo es una de las decoradoras más consultadas y alterna trabajo para sus clientes con trabajo para su hogar. Los días de la decoradora están marcados por su vocación por hacer de su casa un espacio cada vez más placentero.

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5. El refugio familiar
El sueño de los padres de Esther se ha hecho realidad. Después de criar a sus hijos en el campo, disfrutando del sol y el aire puro, ahora Esther y sus dos hermanos tienen sus propias casas en el amplio terreno donde crecieron. Mientras en medio del jardín una casa en el árbol es el refugio de juegos para los niños, las piscinas y las zonas de parrilla invitan a la familia a reunirse los fines de semana.

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