En su casa, en su oficina, en la playa y en el campo, la vida de Alberto ‘Tito’ Rebaza está llena de arte.
Tito Rebaza no sabe el número exacto de las piezas que componen su colección, pero sí que está rodeado de arte inteligente, aquel que más allá de lo estético transmite un contexto determinado. «Por ejemplo -nos cuenta- tengo en mi oficina un letrero que dice ‘Colombia’ con la tipografía de Coca-Cola. A primera vista es sumamente lúdico, pero si uno se pone a pensar la manera como la coca ha inundado ese país, la pieza cobra otro sentido».
Su afición por el arte lo acompaña desde que nació, pero se incrementó hace quince años, cuando estudiaba Derecho en la Universidad de Georgetown, en Washington DC, y solía pasear por el National Mall, una explanada llena de museos gratuitos y monumentos. Cuando terminó su periodo de estudios, regresó al Perú, y vio con inquietud que el mercado artístico contemporáneo local no se había desarrollado con la misma intensidad que en otros países. Desde entonces Tito se propuso contribuir a que el panorama cambie a partir de la adquisición de piezas de arte de nóveles propuestas peruanas y latinoamericanas. «Lo importante es invertir tiempo, no dinero», anota.