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Chicos de moda

Propuestas sólidas, miradas jóvenes, variedad e innovación. A continuación, seis diseñadores peruanos para no perder de vista. 

Por: Rebeca Vaisman

Valeria Pinedo

Lima, 1983

DISEÑADOR 3

Su proceso creativo tiene puntos de referencia recurrentes: el arte clásico y la ciencia, la geometría y la arquitectura moderna, las plantas y los animales, “una naturaleza oscura y salvaje”; Valeria Pinedo suele hacer el ejercicio de ver las cosas con los ojos entrecerrados, “un poco como soñar despierta”.

Estudió Diseño de Moda y Dirección Creativa en Florencia, y Patronaje de Alta Costura en Barcelona. Hizo pasantías en las firmas de Roberto Cavalli en Florencia y de Hussein Chalayan en Londres. “Viví fuera de Lima desde 1999, casi 16 años. Las ciudades en las que viví influyeron en mí porque pude observar que la gente quería diferenciarse por la ropa, tener una identidad propia, casi de manera contestataria”, cuenta Valeria. Aún así, cuando regresó a Perú y se vio frente a todos los medios y materiales que están a disposición, sintió que estaba en el paraíso. Además de su marca Her Bad Habit, abrió su propio atelier de alta costura en el que desarrolla colecciones para diseñadores y marcas independientes, y también está incursionando en el mundo del vestuario para bandas y artistas.

El tema principal de la marca es el lado oscuro del humano. Con los años la diseñadora ha procurado adentrarse cada vez más en el comportamiento del hombre, persiguiendo patrones, “es una búsqueda interna y también relacionada con el mundo en el que vivo”, precisa. Podría decirse que los estampados son el sello de su marca: se generan a partir de fotos de desnudos, de elementos orgánicos y texturas, que luego se convierten en collages digitales. Las formas geométricas y estructuras que conforman sus siluetas se trabajan sobre maniquí, teniendo en cuenta la reacción de los tejidos, que responden con ligereza o con rigidez, manipulando el material. Her Bad Habit se vende en Lima y en Florencia, y su próxima colección se presentará en Ciudad de México, así como en Barcelona y Berlín de cara al verano europeo.

“Como parte del proceso trato de recordar qué siento y qué veo con los ojos entrecerrados, en esos segundos entre estar dormida y despierta, el trance entre la realidad y el sueño”, finaliza Valeria. En ese limbo encuentra las imágenes que la ayudarán a crear.

Valery Bolliger

Lima, 1982

DISEÑADOR 4

Su madre es alemana y su familia paterna de origen suizo. Estudió el colegio en Perú y en Guatemala y se graduó de Diseño de Moda de la Universidad de Hannover en Alemania. Valery Bolliger ha vivido y viajado por todo el mundo. Pasó un semestre en el Perú haciendo prácticas en el atelier de alta costura de Ani Álvarez Calderón. En Europa, trabajó como stylist para fotógrafos y haciendo ilustraciones. En 2009 se mudó a Qatar para ser parte de un proyecto de diseño para Qatar Luxury Group, fue la oportunidad de crear una marca de lujo de cero. Luego de 14 años estudiando y trabajando en Europa y el Medio Oriente, “consciente del know-how y la riqueza de recursos materiales y humanos disponibles en el Perú”, decidió instalarse definitivamente en Lima y empezar algo nuevo, propio. En marzo 2016 lanzó su marca Garúa: “es el estudio de forma y materiales, creando productos para alguien que busca libertad, versatilidad y fluidez en su vestuario”, describe la diseñadora. Las colecciones están compuestas por prendas esenciales, acentuadas por otras más experimentales y de temporada. “Busco un balance como en un mueble de madera; líneas rectas, solidez, funcionalidad a primera vista, pero de cerca, puedes ver el material, las vetas y grietas de la madera, una textura orgánica y viva”, dice Valery.

“La garúa es el viento cálido que llega a la costa peruana e interactúa con el frío del mar, convirtiéndose en neblina o llovizna que cubre el litoral. Esta le da un carácter al paisaje, define a Lima; es a la vez sutil y palpable, es físico y es un estado de ánimo. Me pareció una perfecta analogía: viajes, experiencias e impresiones son como vientos que llegan a nosotros como a una costa, y en nosotros se condensan contribuyendo a nuestra individualidad”, explica Valery sobre el nombre y también el espíritu de su proyecto.

Lleva ya algunos años con el pelo corto y muy rubio, su look es un sello personal que habla de simpleza, de comodidad, pero también de un edge especial. Cada vez que puede escapa a Villa Rica, en Oxapampa, donde su familia tiene una finca cafetalera, la Finca Rosenheim. “Mis valientes padres decidieron montarla cuando yo ya acababa el colegio. Siempre hemos sido amantes del campo. El terrorismo nos forzó a salir de ahí, pero la experiencia dejó en todos una nostalgia por volver al campo. Así que regresamos”, cuenta. Ir y regresar, viajar, vivir y conocer, el dinamismo que ha marcado la vida de esta diseñadora es génesis de su marca.

Diego Labrín

Lima, 1988

DISEÑADOR 5

¿Puede una persona estar en dos lugares, en varios lugares a la vez? Es lo que intenta Diego Labrín. Nació en Lima y vivió desde los dos años en Chiclayo hasta que a los 16 se fue a Buenos Aires. Pasó la siguiente década en Argentina, su primera intención fue estudiar dirección de cine, pero antes de terminar el primer ciclo dejó el instituto. Pensó tomar un año sabático pero descubrió que en la Universidad de Palermo dictan la carrera de Diseño de Indumentaria y, casi como probando, se inscribió. Cuando terminó, regresó a Lima “para cerrar un círculo”. Como parte de ese reto personal fundó Ladrón de Guevara, la marca que lleva como nombre su apellido materno. “Lo que trato de hacer es conectar dos lugares, no estar en un solo lugar”, explica Diego. “Ladrón de Guevara es interdisciplinario, participan personas que conozco, que son mis amigos, y la vinculación con otras áreas es algo muy importante para el proyecto”. Dice que con LdG hace “un acto performático en la vía pública”, su gráfica es de inspiración tribal y arquitectónica, y su proceso creativo no tiene que ver con las temporadas de la industria, una caducidad programada que “responde a una manera de entender el consumo que ya no es lo que el mundo necesita”, asegura el diseñador.

Además de Ladrón de Guevara, más experimental, Diego ha creado dos líneas de producto simplificadas. Ladribeisics tiene prendas que se ubican en las cinco temporadas de la marca, que se repiten en una misma gama de colores y texturas; y Ladriuans, que produce prendas únicas hechas a partir de retazos de telas que quedan de Ladrón de Guevara. Para el diseñador, es una manera de repensar el lujo.

En Lima empezó vistiendo gente de la noche. “Yo no me considero una persona nocturna, pero llegué acá y lo único que hacía era salir a bailar, así conocí a mucha gente”, cuenta. Vistió a djs y es así como su marca se hizo conocida. Aún hoy, después de varios años en Perú, conserva un fuerte acento porteño. Hay gente que se lo ha criticado, “pero mi respuesta es que no puedo sacarme diez años de vida de encima. Mi acento es tan yo”, dice Diego. Como en su propuesta visual, toda experiencia, todo lugar: suman.

Angelique Mumenthaler

Lima, 1984

DISEÑADOR 1

Una de sus ciudades favoritas, aquella donde siente gran conexión con la energía de la tierra, es Cusco. Resulta natural que Angelique Mumenthaler haya querido revisar sus recuerdos y aprendizajes cusqueños para crear Cotto, su marca de accesorios. Fue en esta ciudad donde Angelique notó los diferentes tipos de sombreros, “las alturas de las copas, los materiales, los accesorios”, recuerda. “Todos estos detalles son relevantes, dicen mucho sobre la persona que lo lleva en la cultura de los Andes, especialmente. Es una forma de expresión, de pertenencia, de distinción”. Sus primeros sombreros se basaron en modelos antiguos de la sierra peruana. Además, la marca se completa con carteras y cinturones, clásicos en esencia.

Angelique estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima y se especializó en Marketing y Publicidad, pero llevó cursos de patronaje en CEAM y luego un Diplomado en Global Fashion Management de la Universidad del Pacífico en convenio con el instituto Mod’Art. “Creo que por no ser diseñadora de profesión mi forma de crear las colecciones es errática”, reflexiona. “A veces el concepto logra plasmarse de inicio a final, y otras veces es más sobre sensaciones y crear lo que tengo en la mente sólo para verlo en el mundo”. La marca nació a fines de 2012 y ha sido la primera apuesta de Angelique por una marca propia. Ya tenía experiencia en el mundo de la moda haciendo styling, dirección de arte y modelando. Por otro lado, hace un par de años se unió a Micaela Gálvez de Metric y a Sara Vílchez y Neil Gayoso de Lama para fundar Apolo, una tienda multimarca con una dirección de arte y curadoría muy interesantes. Aunque la tienda ya no funciona más, la experiencia fue positiva.

“Noto que lentamente se están conociendo más marcas pequeñas con personas reales detrás, y dándole importancia a la exclusividad, el buen material, la calidad, lo hecho a mano, el trato justo con los artesanos”, opina sobre el público limeño y su preferencia por los accesorios. Cotto trabaja con cuero en todas sus formas, paños de lana de oveja y pelo de conejo, paja y paja toquilla. A eso se suman detalles en plata y latón repujados, cinta, soguilla, espejos y cerámica. Su próxima colección también la empezó soñando con Cusco, inspirándose en su iconografía e integrándola a una base clásica y minimalista, con un toque especial.

Sandra Serrano

Lima, 1984

DISEÑADOR 6

Refugio se llamó la colección con la que Sandra Serrano ganó el concurso Jóvenes Creadores de Perú Moda 2012. Estaba inspirada en la flora y fauna del Parque Nacional del Manu, que la diseñadora reinterpretó en fibras de alpaca y estampado en algodón. Luego llegó Paisaje lineal, una colección gestada y realizada en Ccochaccasa, Huancavelica. En sus siguientes colecciones, Sandra creó piezas inspiradas en paisajes y experiencias como el atardecer sobre el lago Titicaca, el río Tambopata y los estragos de la minería ilegal, y el cambio de colores de las cosechas de quinua cuando llega el friaje. Su trabajo tiene de investigación, de trabajo artesanal, de diseño reflexivo y de poesía.

Arquitecta de la Universidad Ricardo Palma y diseñadora de Mod’ Art, al investigar los tejidos prehispánicos quedó “fascinada con la historia. Cada línea de color significaba algo y la ideografía nos da información de la sociedad y la cultura”, explica Sandra. Ella quiso rescatar esa esencia ancestral combinando la técnica del tejido con collages digitales y fotografías. Su relación con los tejedores es uno de los aspectos favoritos de su trabajo, asegura, y el proceso conceptual de cada colección va de la mano con el artesanal. “Para el proceso creativo suelo nutrirme de distintos referentes como arte, arquitectura, música, naturaleza, la ciudad y hasta las noticias”, revela Sandra. “Al final soy una recolectora de referentes que uno en collages mentales y luego plasmo en mis diseños”, asegura.

Además de ganar el concurso de Perú Moda, su proyecto recibió menciones honrosas en la Bienal Iberoamericana de Diseño de Madrid en 2014. Trabajó para la marca Tommy Hilfiger en Ámsterdam y para Custo Barcelona en España. Actualmente está preparando una colección inspirada en los atardeceres de la costa peruana y en tejidos que “nos envuelven en la nostalgia del verano que se fue”. “Me encanta que cada vez más diseñadores quieran revalorizar nuestras técnicas textiles ya que, para mí, nuestro fuerte sigue siendo lo textil”, reflexiona Sandra. Las culturas precolombinas son el mejor ejemplo y por eso siempre vuelve a ellas. “Y no solo para usarlas sino también para aprender”, precisa. El aprendizaje es evolución. En sus diseños, la tradición textil continúa.

José Francisco Ramos

Lima, 1979

DISEÑADOR 2

Estudió diseño de estructuras metálicas y confecciones textiles en el SENATI. Trabajó en empresas de exportaciones donde aprendió sobre la industria del denim, el tejido de punto circular, camisería y pantalonería, y todos sus procesos: lavados, teñidos, estampados, bordados. Siguió estudiando: lencería fina y a la par sastrería masculina y femenina, también diseño de accesorios, calzado y marroquinería. Finalmente, llevó una especialidad de artes visuales en el Instituto Edith Sachs y obtuvo un diplomado internacional de branding en ESAN. José Francisco Ramos necesita aprender, crecer. Quizás por eso, sumado a todo este esfuerzo para perfeccionarse como diseñador, está el tiempo dedicado a sus estudios de filosofía, psicología, promoción de la salud emocional y consejería familiar. “Todo esto lo aplico al momento de diseñar”, afirma José Francisco.

Asegura que diseña “para el ser humano: no me enfoco en un género, hablando de masculino y femenino, en cambio le doy lugar a toda manifestación”, explica. “Me encuentro con el ser humano y los espacios que este habita. Un ser con una cabeza, un cuello, un tronco, dos brazos, dos manos, dos piernas, dos pies. ¿Llegará el día en que por sobre todo juicio, diferencia e ilusión de los sentidos nos veamos como iguales? No lo sé.

Siento que sí”. Muchas de sus decisiones estéticas están relacionadas con su forma de enfocar la vida, y eso no solo se evidencia en su aproximación andrógina. En la colección Healing no hubo bolsillos en las prendas “porque para avanzar en nuestro camino hay que soltar cosas y no cargar con pesos. También por esta idea de que uno contiene dentro todos los recursos necesarios para recorrer su propio camino”, continúa José Francisco.

Ahora mismo está enfocado en explorar tejidos de alpaca y lana, algodón pima, viscosa, poliéster, poliuretano, poliamida y spandex. Más que siluetas, investiga conceptos como lujo, confort, versatilidad y adaptabilidad.

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