Dueña del mar

Alessia [14] le temía al mar. Entonces tenía nueve años y estaba lejos de domar las olas como lo hace hoy. Desde la orilla observaba a sus amigos en ese feliz trámite de la infancia: conocer el mar bajo la espuma de una ola. Su papá, Sandro Moro, surfista también, había intentado convencerla de pararse en una tabla. Ella se rehusaba. «Siempre renegaba porque yo no quería entrar al mar», recuerda Alessia.

Fue durante unas vacaciones en Cocoa Beach, Florida, que aprovechando el agua tibia su papá la convenció de subirse a su tabla. Se paró rápidamente, sin tropezar, como si el lomo de esa long board fuera el destino, como si hubiera estado aguardando por ella desde antes que naciera. Tenía solo diez años cuando el mar y ella se reconciliaron. «Me gusta la sensación de adrenalina cuando estoy parada sobre la tabla. Lo disfruto». Ríe.

«Mi papá me preguntó si quería ser free surfer como él, pero yo decidí ir más allá y competir. La emoción que se siente en los torneos es genial», cuenta. Ahora ella forma parte de la pre selección nacional de tabla. Hace algunos meses, tras cinco fechas intensas, Alessia obtuvo el primer puesto y un incentivo de dos mil quinientos dólares en el Circuito KIA Semillero de Tabla 2016, en su categoría. «Con el premio quiero viajar para inscribirme en competencias de surf internacional», dice con un brillo en los ojos.

Pero todo logro implica esfuerzo. Alessia evita la comida chatarra y se acuesta temprano. A veces entrena antes de ir al colegio y después de clases parte hacia Punta Hermosa, donde vive, para seguir surfeando. Dos veces por semana sigue una rutina física y el resto de los días se dedica a pulir su estilo sobre la tabla: ingresa al agua, elige una ola, la domina, realiza algunos trucos y va donde su entrenador, Roberto ‘Muelas’ Meza, quien le enseña los videos de su performance. Alessia no se rinde y regresa al agua para corregir sus errores.