Gerónimo Hamann forma parte del equipo de Remo del Club Regatas Lima y también de la Selección Peruana de Remo. Cosecha preseas con dedicación y, en menos de dos años, quiere brillar en los Juegos Olímpicos de Japón. Esta es su historia.
Gerónimo Hamann se aventura en el mar de Cantolao, Callao, para practicar remo desde las siete de la mañana. Es sanisidrino, pero prácticamente vive en La Punta, en la filial del Club Regatas Lima. Está metido en el agua unas siete horas al día con el objetivo de hacerse un nombre en uno de los deportes acuáticos más representativos de nuestro país. Lo está logrando.
Conoció las regatas en el 2009, cuando tenía 16. Por aquellas decisiones volátiles de la adolescencia, terminó cambiando el palo de hockey que empuñó desde los 13 por un remo. Y no lo soltó más. En el 2012, ingresó al equipo del Club Regatas. Ese año, también ocurrió su incorporación a la Selección Peruana de Remo y su viaje a Filadelfia, Estados Unidos, para sacar cara por el Perú en la que fue una de sus primeras competencias. Más tarde, su destreza lo llevaría a campeonatos alrededor del mundo.
Hablar de Gerónimo Hamann como deportista es también hablar de aquellos que, en más de un enfrentamiento, compartieron embarcación con él. Gianfranco Colmenares, Giuseppe Brigneti y Renzo León son sus compañeros de bote cuando le toca dejar de lado la modalidad individual. El último lo acompaña desde el 2012. Fue con él con quien voló a Filadelfia y con quien ha compartido el deseo de alzar trofeos en Polonia, Suiza, y otros lugares del mundo. «Renzo lleva años en esto. Me ayudó a trabajar mi técnica», refiere el remero, quien además enfatiza que la empatía con el compañero de bote es un elemento crucial en este deporte. «Vas a pasar 90% del día con él», dice.
Para el Campeonato Sudamericano del 2016, en una competencia de dobles, un equipo llegó a los golpes por no entenderse bien. En el remo, como en cualquier deporte de equipo, la dedicación va más allá de no llevar bien el ritmo. Se comparte la entrega en los entrenamientos, el estrés previo a la competencia, la disciplina para mantener una dieta que mantenga a los tripulantes de la embarcación en el peso reglamentario -al pertenecer los cuatro a la categoría peso ligero, el bote debe pesar en promedio 70 kilos- y, sobre todo, la alegría de la victoria. «Si uno mejora el otro lo hace también», remata Hamann.
Gerónimo se muere por obtener una medalla de oro en los Panamericanos de Lima 2019 y dar todo de si en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Es un reto personal que se impuso desde hace algunos años. Mientras se escribe este artículo, él ya se prepara para alcanzarlo.