Almacenados es una obra de teatro [CCPUCP] en la que se habla de la jubilación, entre otros tantos temas. Alberto Ísola, con 64 años, no concibe su vida sin subirse a un escenario a hacer lo que mejor que sabe. «Si me viera obligado a hacer otra cosa la pasaría mal».
Por: Eduardo Cornejo | Fotografía: Oliver Lecca
Alberto Ísola ha mencionado una docena de nombres de exalumnos suyos durante media hora de conversación. Gente notable a la que algún día le tomó lista, corrigió y puso una calificación. Hace unas semanas un exalumno se sentó a desayunar con él: era Salvador del Solar, el Ministro de Cultura. «El presupuesto del ministerio es muy reducido, lo dijo Salvador en una entrevista reciente [en Cuarto Poder]. Imaginar que su misión es dar dinero es un poquito irreal. El dinero que se da en concursos es válido, pero qué pasa si se piensa en formas de hacer que la gente vaya a las salas. La misión es hacerlo más accesible», dice el profesor Ísola, resumiendo con cautela la conversación sostenida con un ministro que puede hablar de teatro, sin hacerse dramas, en lo que dura un desayuno.
Ísola advierte: «Hay mil razones para dejar de hacer teatro, pero no hay nada más que quiera hacer en esta vida que seguir actuando. Con lo que más debe luchar uno, creo, es con el desánimo». Así, él continúa trabajando. Precisamente ahora está sentado en una butaca del teatro del Centro Cultural de la Universidad Católica, donde se ha repuesto ‘Almacenados’, obra donde interpreta al señor Lino, un hombre al que están a punto de jubilar tras veintinueve años de trabajo monótono. Alberto compara su vida con la ficción y responde. «Los personajes más distintos a uno son los más bonitos. Yo no sé qué haría si algún día me jubilaran, me lo he preguntado muchas veces. Es más, me queda un año para poder hacerlo. Lo bueno de esta carrera es que no tiene jubilación. Personajes de hombres mayores van a haber siempre y eso para mí es un alivio».
‘Almacenados’ fue escrita por el dramaturgo español David Desola y es dirigida por Marco Mühletaler, y en la obra Alberto comparte escenario con Óscar Meza. De los tres, para variar, Marco y Óscar han sido sus alumnos. Pregunta: ¿Cómo el maestro Ísola, con toda la experiencia y fama adquirida, hace para trabajar con gente más joven sin surtir en ellos un efecto paralizador? «Si hay una persona aterrada en el escenario soy yo. Sobre mí hay una carga de prestigio que debo mantener, eso me pone en una situación de mucha tensión porque tengo que reforzar lo que se piensa de mí. Yo siempre les digo a los directores y actores, “yo estoy tan aterrado como ustedes”. Yo exijo que se me trate como uno más. Y al final termina sucediendo así. Y si tienes que putearme, me puteas. No me la creo, nunca me la he creído, prefiero no hacerlo. Sé que soy bueno en lo que hago pero también sé que cada montaje es un desafío y que también pueden salirme mal las cosas. No soy infalible», dice Alberto Ísola, el maestro