En diciembre del año pasado, el velerista Jean Paul de Trazegnies recibió los Laureles Deportivos en el grado de Gran Oficial y Gran Cruz, en reconocimiento a su segundo lugar en el Sunfish World Championship de Carolina del Norte, de 2014. Acaba de participar en una maratón en Miami y en la vela da lo mejor en el Campeonato de Ancón. Esta fue nuestra conversación.
Jean Paul está participando en el campeonato de Sunfish de Ancón. Hace algunas semanas, ganó cuatro regatas en este certamen. Luego de estas, el 28 de enero, se animó a correr una maratón en Miami. «Estoy con el bichito de querer ganarlo todo. Tengo la misma competitividad que antes, o hasta más. No me conformo», advierte. Este año, se prepara para los Juegos Sudamericanos [Odesur], un Campeonato Norteamericano, un Sudamericano y, claro, apunta a los Panamericanos de Lima 2019. Estás hecho una máquina. Obvio. Y eso que para entrenar para la maratón de Miami corría desde las 4:45 de la mañana. Hay que tener en cuenta que yo vivo en Villa y corría en San Isidro, por el malecón, para luego irme a la oficina en Ate Vitarte. La idea de este año fue comenzar en un deporte que no es mío [el fondismo]. Además, correr fue como una manera de seguir entrenando.
¿Obtener los laureles fue un aliciente?
Por supuesto, el día que me premiaron me dije: «Esto no termina acá». Que tu nombre figure en el estadio nacional no es cualquier cosa. Es un reconocimiento bastante importante. Todo deportista quiere llegar a un nivel en el que lo reconozcan así. Durante la ceremonia, habla la gente del IPD, te dan una placa [cubierta con una tela], y finalmente está el acto de develarla. Todos jalaron sus telas y bien; yo jalé la mía y no se descubría. El público exclamaba: «¡Oye, más fuerte!». Lo hago y suena un desgarro: se había quedado enganchada
en una hojita de laurel. Se tuvieron que subir en escalera para develar la placa. ¡Rochesazo!
Antes corrías en la modalidad Laser, ¿cómo te animas a cambiar al Sunfish?
Competí en Optimist hasta los 15 años. Luego pasé a navegar 420 con Matías Rengifo, que se desarrolla en un bote de dos personas con tres velas; pero yo no lo timoneaba y a mí me encanta estar al mando. Así que dejé esta modalidad y me pasé a Laser. Mientras estaba en esto, me llamaron para un campeonato Sudamericano de Sunfish en Paracas, en 2010, donde gané la categoría juvenil y había logrado un buen puesto en la general. Y me preguntaron: «¿Oye, porque no vas al mundial el próximo año?». Y así lo hice. Campeoné en el ‘Mundial Juvenil de Sunsfish Worlds 2011’, en Curazao, Antillas Holandesas. Allí se me abrieron un abanico de posibilidades de seguir en este deporte a un buen nivel. Además, tuve una lesión, y parte de ello me hizo cambiar la categoría Laser por la Sunfish a nivel Panamericano.
¿Cómo fue esta lesión?
Fue bien tonta. Había terminado de correr una carrera de 8 kilómetros en el Pentagonito y luego me fui a ver un partido de Perú-Ecuador a la casa de un amigo. Le pregunté a una amiga si me podía hacer masajes. Me eché de espaldas y a un amigo se le ocurrió hacerse el gracioso y pararse en mi lumbar. Me rompió los músculos. Diagnóstico: el disco incrustado entre la vértebra cuatro y cinco. Me internaron. Estuve a full de suero y empecé a recuperarme. Posteriormente, navegaba con una faja, lo que me quitaba oxígeno. Fue complicado, pero nunca me rendí.
¿Qué más te dejó Curazao?
Marcas de guerra. Recuerdo que el viento era fuerte y propiciaba olas fuertes. Pasaba por tumbos que podrían reventarte en cualquier momento. Me metí tanto que me saqué la mugre. Terminé una regata con las manos y los pies ensangrentados. Jean Paul, muestra un par de cicatrices en los pies que el tiempo difícilmente podrá borrar]. Lo dejé todo. Y gané.
¿Qué de especial tuvo el Mundial de 2014, que es el que finalmente te da los Laureles Deportivos?
Es un campeonato del que no me puedo olvidar. Fue tan duro que lo empecé de mala forma: en el puesto 17. Remonté bastante, como espuma. Fui poco a poco para arriba. Y me dije: «Uy, no. Así nomás no se me presenta la posibilidad de meterme en el juego». En un principio apunté al tercer lugar, pero logré el segundo. Di todo de mí. Regata tras regata, sin ver puntos. Después de eso, salí mucho más fuerte. Claro que al inicio puedes decir: «Pucha, si hubiera quedado tercero, en lugar de cuarto en esta regata, quizá hubiera logrado el campeonato», pero trato de no pensar en eso.
¿Qué clase de velerista te consideras?
Este es un deporte técnico y táctico. Hay que saber ver de dónde vienen las presiones, en qué momento cambia el viento, y virar y agarrar el ángulo más cercano hacia la boya. Hay que estar concentrado. Eso es algo que manejo bien, es mi fortaleza.