La estudiante de Administración habla de una vida llena de recuerdos y de nostalgia que la llevan de vuelta al Pimentel donde vivió gran parte de su vida. La madurez e independencia la definen. En esta nota nos confiesa sus inquietudes y ambiciones.
Texto: Leonardo Casiano | Fotografías: Oliver Lecca
Gran parte de la vida de Sofía ha transcurrido solo a un paseo de distancia del Océano Pacífico. Creció en Pimentel, una playa ubicada once kilómetros al suroeste de Chiclayo. En otras palabras, el cálido escenario de sus recuerdos más atesorados. Memorias en las cuales el silencio siempre fue algo ajeno, puesto que el rumor de las olas, las aves costeñas, el puerto y sus amigos musicalizaron esos días. Sofía recuerda esas páginas de su historia con nostalgia.
Cuando el último timbre del colegio sonaba, el tiempo no existía. Todos salían rápidamente. Reinaba la alegría y bastaba que alguien dijera “vamos” para que luego los pies entraran en contacto con la marea. Eran tiempos fáciles y simples, donde todo lo que deseaba lo obtenía al instante, confiesa.
Aquellos años, sin embargo, hoy los observa tras el velo de la madurez. Sofía, como la mujer fuerte y decidida que es, nos habla de palabras más sólidas como independencia y responsabilidad, dos adjetivos presentes en ella desde la articulación de sus palabras y que se reflejan en la manera en cómo nos relata sus días. Y es que Lima le ha entregado ello, debido a que hace cinco años decidió dejar sus comodidades para estudiar Administración en la Universidad de Lima. “Aquí hay un montón de oportunidades”, confiesa la estudiante que hoy trabaja en una empresa de publicidad. Ha aprendido que todo en la vida conlleva a un sacrificio.
Pero siempre guarda a Pimentel en su corazón y en su mente. Cuando recuerda aquel pequeño paraíso norteño, su mirada cambia, se alegra. Por ello, en un futuro le gustaría obtener un trabajo relacionado con el medio ambiente. “Es una problemática que debemos tener en cuenta”, advierte. Cree firmemente que la responsabilidad la compartimos tanto los bañistas como las empresas. Es más, afirma que “si estas tienen la capacidad de ayudar, deberían hacerlo”. Madura, consciente, independiente. Sofía Barrios quiere devolverle al planeta lo que este le dio:
una hermosa vida.