El acoso escolar o bullying, sigue siendo una de las problemáticas más persistentes en el Perú. Según el portal SíseVe del Ministerio de Educación (MINEDU), de septiembre 2013 a septiembre 2024 la violencia escolar creció de forma alarmante, llegando a 85 967 casos reportados, siendo el nivel secundario el de mayor incidencia con 49 519 denuncias. Estas cifras revelan la magnitud del problema y destacan la necesidad urgente de continuar potenciando medidas preventivas y correctivas.
Frente a esta situación, expertos en psicología y educación subrayan la importancia de implementar un enfoque integral para combatir la violencia escolar. Este enfoque debe priorizar la prevención y fomentar una cultura de convivencia pacífica dentro de las instituciones educativas.
Alejandro Raiser, psicólogo del Colegio de la Inmaculada, señala que es fundamental intervenir desde los primeros años de escolaridad para evitar que el acoso se arraigue y prolifere. "No basta con reaccionar una vez que ocurre un caso de bullying; la verdadera clave está en formar a los niños desde pequeños en habilidades socioemocionales que les permitan desarrollar una sana convivencia", enfatiza.
Además, debido a que la mayoría de casos de bullying suceden en la adolescencia, Milagros Morales, psicóloga del Colegio de la Inmaculada, afirma que: "El bienestar emocional de los adolescentes está ligado a la interacción con sus compañeros, por lo que, la exclusión, el maltrato o el acoso pueden tener consecuencias devastadoras en su autoestima y desarrollo emocional. Ante esta situación, es necesario que padres, maestros y estudiantes trabajemos juntos para crear un ambiente seguro".
Para hacer frente a esta ola de acoso escolar, los especialistas proponen una serie de estrategias que las instituciones educativas deberían implementar de manera urgente, involucrando la participación activa de los padres de familia desde los hogares:
Promover la educación en valores desde temprana edad. La enseñanza de empatía, respeto e inclusión es crucial para prevenir dificultades en la convivencia. El hogar es el primer lugar donde los niños aprenden sobre valores; por ende, los padres deben dar el ejemplo mediante una comunicación respetuosa y afectuosa en casa. La manera en que los padres tratan a otras personas, incluidas las figuras de autoridad, influye directamente en cómo los menores interactúan con sus docentes y compañeros.
Contar con un proceso de detección efectivo. Para intervenir en problemas de convivencia, es clave una detección temprana y oportuna. Esto requiere la observación constante en los espacios de interacción de los alumnos, con monitoreo cercano y la presencia de adultos, ya que muchos conflictos surgen sin supervisión. Los maestros juegan un rol importante a través de la observación y entrevistas, apoyados por herramientas como cuestionarios o instrumentos sociométricos.
Crear canales de comunicación. Un entorno donde los menores se sientan escuchados y valorados es menos propenso a generar situaciones de acoso. Los padres deben mantener una comunicación constante y estar atentos a cambios en el comportamiento de sus hijos que podrían indicar un problema.
Conocer a quién recurrir en caso de situaciones de acoso. Las escuelas deben contar con canales de comunicación accesibles para que los estudiantes, padres y docentes puedan identificar y denunciar cualquier caso de bullying. Es importante reforzar en los educandos la conducta de comunicar, pedir ayuda y recurrir a un adulto cuando lo necesiten; esto debe incluir no solo a quienes se vean afectados sino también a aquellos que hayan sido testigos de una situación de conflicto o abuso.
Capacitación constante a docentes. Los colegios deben apostar por programas de formación continua que enseñen a los docentes a identificar de manera temprana las señales de alerta. Reconocer actitudes como el aislamiento social o los problemas de autoestima puede marcar la diferencia para actuar a tiempo. Además, es crucial dotar al personal de herramientas de mediación de conflictos, que les permitan resolver tensiones entre escolares antes de que escalen a situaciones de violencia.
Fomentar actividades grupales. Involucrar a niños y adolescentes en actividades que fomenten la colaboración y el trabajo en equipo es una de las maneras más efectivas de prevenir el acoso. Juegos cooperativos, proyectos intergrupales y dinámicas que promuevan la participación activa son herramientas poderosas para reforzar el compañerismo. Estas actividades mejoran las habilidades sociales y ayudan a los estudiantes a desarrollar una mayor comprensión y empatía por los demás.
El acoso escolar es un problema complejo que afecta el bienestar emocional y académico de los alumnos, pero con un proceso de prevención e intervención adecuada y sostenida, las escuelas pueden transformarse en espacios donde la violencia no tenga cabida. “En el Colegio de la Inmaculada nos comprometemos a crear un entorno seguro para todos, implementando estas estrategias que previenen el bullying y promueven el bienestar”, finaliza Raiser.
El Colegio de la Inmaculada, fundado en 1878, está comprometido con el desarrollo integral de sus estudiantes, enmarcado en una sólida base de excelencia académica y formativa. Su reputación como pionero en la innovación educativa se fortalece a medida que continúa explorando nuevas metodologías y tecnologías para enriquecer el proceso de enseñanza y aprendizaje. Este compromiso con la innovación se refleja en la dedicación de su distinguido cuerpo docente, experto en estrategias y en un discernimiento pedagógico constante que potencian el desarrollo académico y personal de cada estudiante.